Para hacer más productiva la consulta, junto con el vidente, con y sin cartas del Tarot, emergen de dos a cuatro ventanillas con las caras de sus discípulos que, pinganillo en ristre, aparentan estar solucionando otros casos a través de otros 806.
La fórmula del programa se completa con alguna corta entrevista (lo digo por la duración y no por la inteligencia de la misma) al gran maestro por parte de una señorita disfrazada de locutora de rancio telediario. Todo ello para darle mayor credibilidad y brillantez a la escenificación de estos espacios tan reconfortantes para seguir sobreviviendo.
Muchos de estos programas son alquilados a las televisiones convencionales de nuestro país. Algunos de ellos pagan importantes cantidades por utilizar las franjas que les ceden los propietarios de
Telecinco, Antena 3 , Veo, Intereconomía o La Vanguardia por citar algunos de ellos.
Se trata, en algún caso, de multinacionales de la videncia y el tarotismo que contratan en diferentes países a los maestros y charlatanes, así como las franjas televisivas europeas.
Están consiguiendo mayor facturación que los teléfonos eróticos y, como decía, se están asentando en el prime time a pesar de las advertencias legales de los consejos audiovisuales que nos han montando nuestros políticos para defendernos, como se ve sin éxito, de las inmundicias y parcialidad de la televisión.
Este negocio mueve millones de euros y no es una estafa porque imagino que el que llama y se deja un buen puñado de euros cree a pies juntillas que encontrará la solución a sus problemas a través del teléfono.
Además nadie los critica porque están en el abanico ideológico de todas las cadenas de televisión y , seguramente, son la solución sicológica a muchos desesperados de la vida como hay.
De momento lo que sí es una fuente de ingresos para muchos, operadores telefónicos incluidos, que se hace difícil de desmontar.
Si siguen incrementando y apareciendo en espacios durante la cena , yo los incluiría hasta en los informativos del mediodía para que nos permitiera conocer que pasará con Gadafi , el tiempo o el resultado del Barça. Todo resultaría tan previsible como la televisión que vemos.
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