domingo, 10 de junio de 2018

Hablemos del pasado. Hablemos del PP



De repente vamos a velocidad de vértigo. Las horas son días y los días son años. Si congelas la imagen de la toma de posesión del gobierno de Rajoy de hace dos años y la comparas con la de hace un par de días del de Pedro Sánchez se han caído la biblia, el crucifijo, los juramentos, la testosterona y muchas cosas más, además de las corbatas. No era posible que el PP pensara en un gobierno con astronautas que miraran más allá de la estratosfera, ni siquiera que miraran hacia delante. Siempre hacia atrás, vírgenes y mantenimiento de policías torturadores condecorados incluidos.
Se abre una nueva etapa que mira hacia el futuro, aunque este sea incierto por su debilidad aritmética parlamentaria. Eso es lo de menos. No pasa nada. El hecho de comenzar a despegarse del pasado ya es importante. Además, el futuro por definición es incierto. Pues ahí estamos. Empezamos una nueva vida política  y soltamos el lastre de lo rancio y vetusto.  Lo harán bien, medio bien o medio mal, pero no darán un paso atrás ni para darse un impulso electoral buscando posibles réditos en el pasado. 
De momento han despistado a Ciudadanos y han descabalgado a Rajoy. Solo el haber manifestado Sánchez que a dialogar con el presidente catalán con la Constitución en la mano ya es todo un logro frente a una Inés Arrimadas que no quiere hacerlo por no pasar bajo palio de una pancarta que cuelga de la fachada de la Generalitat reclamando la libertad de los políticos catalanes encarcelados.
Es que se lo ponen fácil a Pedro Sánchez aunque no le acompañen los votos parlamentarios. Si apuesta por la igualdad, combate la corrupción, acaba con la ley mordaza, retoca la reforma laboral, no interfiere en la televisión pública y la deja en manos de profesionales independientes, dota de recursos a las políticas sociales y encumbra en lo más alto a la ciencia, la educación y la sostenibilidad medioambiental, ya notaremos un gran cambio.
 Rajoy se ha ido y vendrá Feijoo a sustituirle. Claro que hacer esta afirmación sin ser un sesudo analista político es arriesgado, pero visto que a mi experto amigo  Antón Losada le ha fallado el capítulo final de su Código Mariano, me atrevo a pronosticarlo.
 Solo se puede intentar reflotar algo al PP si al frente hay alguien que haya ganado una contienda electoral, como es el caso de Nuñez Feijoó en Galicia. Sería absurdo luchar con más de lo mismo, sea el sorayismo o el cospedalismo.  Pero me atrevo a más: el PP será residual a medio plazo o incluso desaparecerá a largo, salvo que fichen a un astronauta que mire por encima de la estratosfera, pero hoy por hoy los conservadores son incapaces de mirar al cielo.
   No hago apuestas porque perdí una con nuestro periodista Gonzalo Cortizo, que me adelantó  el día que Pedro Sánchez presentó la moción de censura que sería el nuevo presidente del gobierno y yo no le creí, pero el presidente gallego puede ser el recambio o el enterrador del PP, o ambas cosas a la vez.
Se abre una nueva etapa sin duda. No se sabe quien recogerá  el relevo electoral pero ya no será lo mismo. El tiempo ahora corre muy rápido. Hay que ir mirando de vez en cuando al cielo. También para asaltarlo como dijo Pablo Iglesias, ¿Por qué no? Ahora es más plausible.