martes, 18 de febrero de 2014

¿QUIÉN HA ACABADO CON TRES DIRECTORES DE PERIÓDICO?

El cese de tres directores de periódicos en las últimas semanas: el de La Vanguardia, El Mundo y El País, (los de más audiencia en España)  es un record de mortandad que da que pensar si no nos estaremos enfrentando a una epidemia.
De entrada pueden haber varios factores comunes a la enfermedad mortal de los directores, y hasta meras y casuales coincidencias. Me centraré en los primeros, esperando no equivocarme.
 Lo digo porque cuando uno escribe una columna de opinión debería tener toda la información para no marear a sus posibles lectores, pero en este caso voy a correr con ese riesgo: el de no disponer de toda la información. Al fin y al cabo se me puede disculpar: lo que pasa en el seno de las  grandes empresas informativas de este país está tan falto de transparencia como los intereses que mueven a sus propietarios.
Al parecer el elemento común de los tres fallecidos es que los diarios que dirigían hasta hace unos días habían caído en picado en ventas y en publicidad. Si se extrapolara  esta premisa al conjunto de la prensa, todos los directores de este país deberían dejar su puesto al frente de su periódico, pues los lectores y los anunciantes están abandonando el papel impreso a marcha forzada.
Si concluimos que lo que se cierne sobre los responsables periodísticos de los diarios es un virus letal que tiene que ver con  la orientación de los contenidos, entonces podemos hablar  de una enfermedad de difícil curación. Los síntomas son claros: presión política alta, obstrucción del riego publicitario, parálisis del sistema de subvención central,  oclusión digestiva bancaria, disfunción editorial y, finalmente, coma cerebral inducido para no provocar lesiones más graves en el aparato informativo.
Este puede ser el diagnóstico de las tres muertes en pocos días. Luego, cada una de ellas ha sufrido diferentes complicaciones.
La del director de  La Vanguardia fue  una muerte digna de un Rey. Un conde, Grande de España,  fue advertido seriamente del  grave tumor nacional-independentista que  padecía su director en fase avanzada. El tratamiento paliativo le fue denegado en el  Real Hospital Central y Unitario de España.
La del director de El Mundo fue una defunción agónica y suicida: se expuso a todas las enfermedades con tal de que se reconociera su valentía y fuerza personal por superarlas. Cogió una Barceanitis aguda, una Gurtelitis  infecciosa y hasta una Urdangarinitis crónica, lo mismo que antes se había contagiado de la Onceemitis o la Aliertitis telefónica,  entre otras afecciones contagiosas y algunas imaginarias, que pasó solo en la cama y sin antibióticos. Los recortes de gastos médicos en el hospital italiano, donde estaba internado, aconsejaron suspender el tratamiento antes de que se arruinaran. Le dejaron morir aconsejados por personas cercanas a la presidencia del gobierno (el español).
La del director de El País, fue diagnosticada por el doctor Antonio Caño, procedente de Méjico, a requerimiento de unos fondos de inversión y bancos de negocios asesorados por el jefe de la clínica Prisa, Juan Luís Cebrián. No había solución para un director al que sus defensas se le habían venido abajo con un E.R.E. , y  que ensayaba múltiples y contraindicadas  medicaciones para mantenerse en pie sin tambalearse ante sus adinerados accionistas. Ni el tratamiento de choque, con una sobredosis de pastillas de autocensura, le sirvió para librarse se la muerte.

Los especialistas, que han aconsejado desconectarlos de la máquina que los mantenía artificialmente en vida, son incapaces de curar a nadie, pero a pesar de ello siguen manteniendo su poder e influencia. Parece que cierta prensa está en sus manos, yo no me pondría en las de ellos, no vaya a ser que nos acaben aniquilando también a nosotros, los lectores.
 

miércoles, 12 de febrero de 2014

DEPORTIVIDAD ENTRE EL PAÍS Y EL MUNDO

 Es significativo que el consejero italiano de RCS, empresa propietaria de EL MUNDO, haga unas declaraciones en su periódico competidor, EL PAÍS, donde explica que a Pedro Jota le despidieron por perder lectores y anunciantes. Es menos sorprendente que Pedro Jota le ponga las cosas en su sitio al italiano en una entrevista cruzada en el diario romano de RCS.
  ¿Puede ser esto el inicio de un acercamiento entre EL MUNDO y EL PAÍS? ¿Veremos entrevista de Juan Luis Cebrián en EL MUNDO? ¿Es el principio de un matrimonio?
  No, nada de eso parece ser. El consejero de RCS dice en EL PAÍS que no están para fusiones sino para mejorar contenidos y recuperar lectores perdidos. De todas formas resulta curioso que para generar confianza y estabilidad en EL MUNDO se tengan que hacer declaraciones en EL PAÍS, y que para poner las cosas en su sitio el inquieto Pedro Jota  tenga que acudir a la prensa extranjera, ya sea en THE New York Times o en IL CORRIERE.
  Sorprendente, además, es que EL MUNDO cite  a EL PAÍS cuando no lo ha hecho ni para alguna de las noticias del caso Bárcenas en la que se adelantó este último.
  Tanto fair play, tanta deportividad entre medios, que suelen atizarse, a lo mejor viene por la intención de fusión precisamente deportiva: MARCA y AS pudieran ser los primeros en llegar al matrimonio de la mano de sus padres UNIDAD EDITORIAL y PRISA.
  Pero NO, no puede ser. El consejero italiano ha dicho que no en EL PAÍS. ¿Podemos fiarnos de lo que alguien le cuenta a la competencia?




 

miércoles, 5 de febrero de 2014

¿QUIÉN ASESINÓ AL PERIODISMO?



  Primeras pistas de la investigación criminal que iniciamos en el encuentro en BCNegra con Ignacio Escolar, Maruja Torres y Pere Rusiñol:

  El periodismo no está muerto, pero está mal herido. Han intentado acabar con él.
  Con el periodismo se ha  cometido un intento de homicidio. En el escenario del crimen encontraremos, junto al cadáver, algunos elementos que nos aportarán indicios y pruebas que los forenses deberán examinar para llegar hasta los homicidas: Seguramente son varios los cómplices que han intentado matarlo.
   ¿Como deberíamos proceder para encontrar a los culpables?
  Deberíamos recoger del cenicero la colilla  de un puro para determinar,  a través del ADN, si quien lo ha fumado ha sido un banquero o un financiero de un fondo de inversión. También sería conveniente fotografiar las huellas de las pisadas para cotejarlas con las de algún empresario con intereses espurios, que utiliza la información en beneficio propio y no en el de sus lectores.
  Podríamos encontrar una hoja de periódico con un titular que a los policías de la científica les sonaría a antiguo, pero que deberían contrastarlo rápidamente en la red de Internet para conocer la hora exacta del crimen. Internet siempre es un sospechoso en estos casos, aunque lo descartaríamos enseguida.
  Sin duda habría que esparcir polvos de carbonato de plomo por todo el escenario del crimen para detectar las huellas y comprobar que no haya pasado por ahí alguna información mezclada con la publicidad o alguna subvención política procedente del poder político.
 Y como no, con seguridad en la escena del crimen encontraríamos restos de sangre, que analizados en el laboratorio, podrían ser de un periodista anémico, que padecería la enfermedad de la auto censura y el conformismo. Alguien, incluso, que habría dejado sus huellas mezcladas con las del poder político.
  Después de analizar en el laboratorio todos esos indicios, los detectives podrían sacar la conclusión de que han sido varios los cómplices para acometer el asesinato del periodismo, pero antes de detenerlos sería conveniente que interrogaran a varios testigos: Por ejemplo, a algún antiguo lector de diario que lo dejó de comprar cansado de que no le contaran nada interesante, o incluso a otro que quería leer solo lo que él pensaba. A lo mejor convendría preguntarle a algún empresario del sector periodístico, que va por su segunda o tercera reducción de empleo, si su medio de comunicación está haciendo mejor información con menos recursos y con redacciones diezmadas.
Todo ello nos llevaría a lo mejor a la conclusión del periodista y escritor Graham Greene, que sospechaba que los medios de comunicación acabarían un día  con el periodismo.


sábado, 1 de febrero de 2014

LA VERDAD SOBRE EL CASO PEDRO JOTA


El reciente cese del director del diario EL MUNDO decidido por sus propietarios, el grupo italiano RCS Media Group (Rizzoli-Corriere de La Sera), hace unos días ha convulsionado el sector de los medios de comunicación e inunda de especulaciones el entorno periodístico.
 El caso de Pedro Jota es un caso de dinero, si se quiere también de poder  pero destilado en dinero.
Dinero de los anunciantes y de los lectores  es el que les falta a las empresas periodísticas de este país para no tener que acabar en manos de la banca, los fondos de inversión opacos o los accionistas con intereses espurios. Ese ha sido, también, el problema del diario EL MUNDO y su grupo: en los últimos meses el diario ha visto descender sus ventas de una manera alarmante coincidiendo con la publicación de las exclusivas de Bárcenas, las noticias sobre la Casa Real o la información política antigubernamental o, mejor dicho contra el presidente Rajoy en la que se había empeñado personalmente su director, Pedro Jota Ramírez.
 La publicidad institucional desaparecía del diario y anunciantes de empresas importantes, que antes apoyaban a EL MUNDO, preferían insertar sus anuncios en la competencia y los organismos estatales gobernados por el PP dejaban de darle las subvenciones de las que hasta hace poco había gozado.
 Es curioso como los lectores que están quedando en los periódicos impresos se están ideologizando de tal manera que solo quieren leer en ellos lo que piensan y se sienten traicionados cuando su diario refleja lo contrario. Hace tiempo que le doy vueltas a esta radicalidad que explicaría por qué diarios como LA RAZÓN o ABC  van a piñón fijo con las informaciones descaradamente a favor del gobierno y de sus medidas: sin duda es la que quieren sus escasos pero acólitos lectores. Ahí está otra de las razones por la que las cabeceras de prensa tienen difícil detener su caída de difusión.
Pedro Jota, en su particular interpretación de la realidad, llegó a creer que los lectores que se iban no le interesaban al diario; quedarían los fieles al periodismo independiente  y sin ataduras de EL MUNDO y los que le abandonaban no eran merecedores de su esfuerzo. Es lo que tiene confundir la pretendida independencia de uno con la del diario que dirige: A él le iba bien, le había ido muy bien hasta la fecha, pero el diario mientras tanto se iba desangrando.  Me explico:
Volvamos al dinero. Pedro Jota podía ser muy independiente porque le había sacado pingües beneficios al diario que dirigía. Había vendido sus acciones liberadas  por RCS y tenía un sueldo  importante que  contrastaba con los sucesivos recortes y despidos en la redacción. Todo salía de la misma caja de sus accionistas, pero él se llevaba una buena parte de ella.
También ahora, con su cese, ha sacado un rendimiento económico multimillonario  que le deja bien amueblado. Cierto que le pone en dique seco durante dos años que le impide crear otro medio de comunicación. Con despacho en UNIDAD EDITORIAL y con los bolsillos llenos es difícil que quiera jugarse el dinero comprometido por correr la aventura de la independencia. Es verdad que  si los italianos vendieran la mayoría de las acciones Pedro Jota cobraría y quedaría liberado de su compromiso de no concurrencia. Incluso alguien podría pagarle el rescate por iniciar de su mano un nuevo proyecto periodístico, pero quién va a correr con ese dispendio millonario. Otra vez el dinero.
No hay a corto plazo ninguna operación de fusión o adquisición de UNIDAD EDITORIAL. Nada se está negociando. Los italianos han renovado la confianza en su presidente ejecutivo en España, Antonio Fernández Galiano, y en las próximas semanas se verán cambios importantes en el organigrama de redacción. Ningún periódico tiene un staff alrededor de la dirección tan numeroso y costoso como el de EL MUNDO, pero sobre todo tan  devoto y adepto de Pedro Jota. Los favores y la lealtad que supo pagar en su momento, ahora quedan quebrados.
O el dinero o la independencia ese es el dilema al que se ha enfrentado Pedro Jota en los últimos días. Parece que, una vez más, no ha tenido duda en su elección.