martes, 23 de septiembre de 2014

QUIERO VOTAR EN LA CONSULTA CATALANA

Quiero votar en la consulta catalana sobre la independencia. No me he pronunciado nunca en público sobre ello, pero que sepáis que me gustaría votar.
También admitiría una consulta-referéndum, a propuesta de Rajoy, sobre si quiero que España sea un estado independiente de Alemania. Deseo votar, también,  para que se destinen millones de euros a acabar con el virus del Évola y que se dejen de enviar armas desde Occidente al insurgente estado islamista.
Me apetecería votar por tantas cosas: para que no se recortaran los gastos de sanidad, educación y dependencia en Cataluña y en España y para que no se siguieran aplicando políticas de austeridad que  están llevando a la miseria a los ciudadanos, y a Europa a la recesión.
Me gustaría que se abriera una consulta-referéndum para decidir sobre la conveniencia de  las obras faraónicas e inútiles en las que se empeñan algunos políticos: los aeropuertos sin aviones, los polideportivos infrautilizados y los puentes sin río bajo ellos.
Quisiera que me consultaran sobre si prefiero que la reforma fiscal beneficie a las grandes fortunas o a los ciudadanos de a pie y sobre si la cultura ha de ser gravada con impuestos y la Iglesia exenta de ellos.
Exijo una consulta-referéndum sobre si los defraudadores han de ser amnistiados fiscalmente, los políticos corruptos indultados y los que no pueden pagar sus hipotecas desahuciados.
Quisiera que me dejaran votar tantas cosas que debe resultar  imposible... Seguramente lo más plausible y sencillo es que me dejen votar sobre la independencia catalana, porque al final no pondría en cuestión todo lo demás sobre lo que me gustaría decidir.

jueves, 18 de septiembre de 2014

DOS AÑOS DE ELDIARIO.ES



 Cuando, hace poco más de dos años, nos reunimos unos cuantos amigos en torno a Ignacio Escolar para fundar eldiario.es la situación de los medios de comunicación en España era  de caída en barrena. Había cerrado el diario Público y se barruntaba salvajes recortes de plantilla en casi todos los diarios, que se sumaban a los ya practicados;  la publicidad y las ventas descendían a golpe de dos dígitos anuales  y el endeudamiento de los grupos periodísticos hacía mella en la independencia de los diarios.
 Muchos periodistas, no importaba su experiencia y preparación, fueron expulsados de sus medios y, por el contrario, la información libre y veraz era más necesaria que nunca en un país falto de transparencia en sus instituciones y  en el que, junto a los casos de corrupción política y económica, el gobierno del PP anunciaba recortes que afectaban no solo al bolsillo de los ciudadanos, sino a sus derechos más elementales como la sanidad o la educación.
En ese entorno nació eldiario.es,  bajo el lema de “Periodismo a pesar de todo”.  A pesar de todas las dificultades para hacerse un hueco entre los lectores que abandonaban a los medios tradicionales y de aquellos que no encontraban referencias informativas en otros, decidimos lanzar un proyecto en el que junto a la pasión periodística íbamos a ponerle nuestra mejor capacidad gestora. No estábamos dispuestos a sucumbir a la primera de cambio ni queríamos vernos en un futuro secundando las políticas de recortes en las redacciones que mis colegas en los grandes medios han practicado.
Debíamos nacer con cierta fortaleza y fijar nuestro esfuerzo en el modelo periodístico que iría creciendo en línea con los recursos que fuéramos capaces de conseguir.
La primera reflexión fue para los lectores. Los lectores son los únicos a los que nos debemos y eso se había olvidado hace tiempo por muchos diarios. Cuando les llamamos para que se unieran como “socios” a  nuestro proyecto respondieron con sus aportaciones y, por supuesto, con sus necesarios apoyos y críticas editoriales. A ellos les debemos buena parte de nuestro éxito y con ellos y para ellos queremos seguir recorriendo los próximos años.
 La segunda reflexión fue la transparencia a ultranza. No podíamos escondernos bajo accionistas con intereses inconfesables, por supuesto, pero también debíamos explicar cómo financiamos la información que publicamos, cuales son nuestras cuentas y a qué dedicamos los recursos que obtenemos.
Al principio resultó complejo explicar que los anunciantes del diario no iban a condicionar un milímetro de la línea editorial. Ahora es más fácil porque en este tiempo se ha podido demostrar. La publicidad que recibimos se basa en nuestra audiencia creciente y no en un pacto informativo con una entidad financiera, una compañía eléctrica o una empresa comercial.  He de confesar que, dos años después, algunos se han sentido tan molestos con nuestras informaciones que han decidido retirarnos sus anuncios. A los socios ya se la excluimos la publicidad hace unos meses. Como supondreís la que hace el gobierno a través de sus ministerios no nos llega o nos llega distribuida sin proporcionalidad a la audiencia y a cuentagotas.
Dos años después la prensa convencional en  nuestro país sigue encogiéndose. Los grandes conglomerados mediáticos se desprenden de sus activos o hablan de fusionarse entre ellos para ”resistir”. Los periodistas están en precario y las presiones políticas son mayores que nunca. Los tres directores de los tres primeros grandes medios en audiencia han sido defenestrados y la crisis que viven algunos medios ya es agónica en algunos casos.
No me alegro de esa situación, todo lo contrario,  pero parece que con los medios está pasando algo similar al cambio político que se ha generado recientemente en nuestro país. Hay diarios que han crecido estos años fuera de los bipartidismos mediáticos  y del sistema instituido por las corporaciones periodísticas por el hecho de escuchar a sus lectores y defender sus intereses frente a los poderosos.
En este camino nos encontraremos porque la decisión de los que formamos parte de eldiario.es sigue siendo firme: vamos a avanzar con prudencia, pero sin detenernos. Reinvertiremos los recursos que obtengamos y los emplearemos en  mejorar las condiciones de  nuestros periodistas y seguiremos incorporando firmas que nos aporten luz en el túnel en el que nos  han metido. Para ello, en este tercer año, tenemos necesidad de vosotros, de nuestros socios y lectores.


 

lunes, 15 de septiembre de 2014

EL PODER DE LA TELEVISIÓN

Son varias las voces de periodistas y políticos que dicen  que el fenómeno Podemos se ha disparado gracias a una cadena de televisión (La Sexta) y que Pablo Iglesias ha crecido al amparo de las tertulias que le enfrentaban a los Marhuenda y compañía.   También se ha escrito  que las movilizaciones catalanas por la consulta están creciendo por las continuas y machaconas informaciones de TV3 y Catalunya Radio. Si eso fuera exactamente así podríamos llegar a colegir que la cultura popular y el entretenimiento de nuestro país están dominados por Sálvame de Luxe (Tele5) que, con un 20% de audiencia, suma más espectadores que las dos cadenas juntas antes citadas.
Más allá de la broma, no hay que rasgarse las vestiduras por algo que es sobradamente conocido en las televisiones: La audiencia es la que manda; es la que destituye programas en dos entregas y la que los encumbra y mantiene por largas temporadas.
Y ello debe significar que tras un fenómeno televisivo, ya sea el de un político, un movimiento social o un personaje de la farándula, existe una base ciudadana que desea ver y oír determinadas cosas.
No le computemos, pues, a la Sexta todos los votos de Podemos, ni a TV3 el masivo despliegue catalanista. La base de la audiencia de ambos fenómenos está en las convicciones personales de muchos ciudadanos.
Pero da la sensación de que los análisis que hace la televisión  con sus espectadores son infinitamente superiores a los de otros medios, por ejemplo  a los de de los diarios con sus lectores. Las fórmulas que utilizan  siempre pasan por  escuchar a la audiencia y darle lo que busca para luego explotar el éxito cebando los contenidos hasta la extenuación.
Todo está pensado y planificado en la tele. Si ahora la moda es que el formato reality se extienda a las tertulias periodísticas y que los informativos lleven su dosis de sucesos, encajada entre la información internacional y la política nacional, pues se aplica sin miramientos.
El espectador siempre tendrá la oportunidad de apretar un botón del mando para cambiar de canal o desconectarse. También para encumbrar aquello o a aquellos con lo que se sienten representados.
Si a Pablo Iglesias y al independentismo  los auparon al éxito, también tienen su oportunidad los Marhuenda , Inda y Cospedal ... Ni los primeros han visto subir la audiendcia de sus diarios ni la última parece que le esté restando ánimo a los catalanes que quieren decidir su futuro en las urnas.