lunes, 14 de abril de 2014

EL PAÍS DE AZNAR

El País Semanal nos ofreció el pasado domingo una crónica-entrevista de José María Aznar. Diez páginas del suplemento dedicó el diario a glosar la vida y milagros del expresidente con la excusa de que se cumplían diez años desde que dejó la Moncloa.
Nos contaban cómo Aznar había conseguido aprender inglés a los cincuenta años en tan solo unos meses, cómo era disputado por instituciones y universidades para dar conferencias y clases por todo el mundo, en especial en EEUU. Nos enteramos, también, de que hace ejercicio físico a diario y a nivel de un atleta, de que es madrugador,  come saludablemente, juega a golf y recorre más de 400.000 kilómetros al año en sus viajes por decenas de países. Asesora a Murdoch por cien miel euros al año, cobra 40.000 euros por conferencias y no le gusta trasnochar. Tampoco le gustan las conversaciones frívolas, lee poesía y gana una fortuna con otras asesorías, libros y artículos que le han permitido comprarse un chatet en Marbella de 2,5 millones de euros.
Es el referente de la FAES a la que ha encumbrado en la número uno de las instituciones de pensamiento de nuestro país y en un referente de las ideas de la derecha... En fin, el expresidente llega a decir que "le cuesta mucho ganarse honradamente le vida" y debe sacrificar muchas veces el tiempo para estar con su mujer y la familia.
Tiempo que emplea con amigos como Bush o colegas próximos como los Clinton o Toni Blair.
                                                   Pintura de Aznar realizada por George W. Bush


En el reportaje se pasa de puntillas sobre su papel en la Guerra de Irak e incide en su dureza contra el terrorismo, que debe ser derrotado políticamente.
La  positiva semblanza y exagerado panegírico de Aznar que hizo El País se me antojó bastante extraña. De hecho el propio Aznar le dice al periodista  al comenzar la entrevista,  que "era la primera persona del diario que se sentaba en ese sofá en los últimos 14 años". Han transcurrido casi siete años desde la muerte de Jesús de Polanco, el editor de PRISA, y diecisiete desde que Aznar le declarara la guerra a él y a Cebrián, llegando a ser imputados por estafa y siéndoles retirados los pasaportes.
                                                           

Polanco escribió, cuando tenía 30 años, en un cuaderno que conservó hasta su fallecimiento,  a los 77, lo que quería que fuera un gran grupo de comunicación y cómo creía que la independencia de su medio estaba garantizada con la sucesión de sus hijos al frente de PRISA.  Ese cuaderno no era más que la aspiración a unos sueños que consiguió en buena parte y que se derrumbaron poco después de su muerte.
Yo que traté a Polanco estoy convencido de que no hubiese admitido una loa en su periódico a un presidente que fue un severo intervencionista con los medios de comunicación, en especial con los que no le eran afines y por ende el suyo propio. Señal de que los tiempos en PRISA han cambiado y de que ya nadie va siquiera a releer el viejo cuaderno del editor.





lunes, 7 de abril de 2014

LA GRAN DESMEMORIA Y LA PRENSA

Si para algo está sirviendo el libro de Pilar Urbano sobre Adolfo Suárez, "La Gran Desmemoria",  es  para reflexionar sobre el papel que juegan los medios de comunicación llamados nacionales y el de  los ilustres líderes que los dirigen.
De entrada es para hacerse un lío: resulta que la entrevista en exclusiva del libro de la Urbano, que edita Planeta, la concede a El Mundo. Es sabido que  cuando se lanza un libro de estas características   la editorial suele escoger el medio al que  adelantará la prepublicación de un capítulo o, como en este caso, la entrevista con la autora para  llamar la atención de los lectores.
Planeta ha confiado en El Mundo más que en su propio periódico La Razón. Es de suponer que aparte de la tirada superior del diario de Rizzoli se habría encontrado con el rechazo de Marhuenda y compañía, a juzgar por la columna de Alfonso Ussia del pasado 5 de abril en la que decía que no iba a leer un "libro prescindible  de seiscientas páginas del que desconfía porque entre la tapa superior y la inferior no cabe un bocadillo de mortadela..." Los autores como Pilar Urbano según Ussia deberían ser educados y esmerar su capacidad de síntesis y evitar  escribir estos libros gordos, sobre todo si no dejan en buen papel al Rey, añado yo. Y también colijo que piensa  que su editor Lara no debería haberlo publicado.
Planeta ha prendido el incendio en casa ajena con su libro y eso es de alabar comercialmente. En un par de días se han quemado Juan Luis Cebrián (El País) y Casimiro García Abadillo (El Mundo) y, por supuesto ABC se ha inmolado en la hoguera de Planeta a favor del Rey y en contra de las acusaciones de su participación en el golpe del 23 F que vierte la Urbano en su Desmemoria.
Al final sendos quemados acaban vertiéndose acusaciones: Cebrián le dice a El Mundo que hace falsas conjeturas como ya lo hizo al seguir la  teoría de Aznar en la participación de ETA en el 11M y Casimiro García Abadillo le tilda de a Cebrían de "articulista deseoso de prestar servicios" por su encendida defensa del papel de la monarquía y de Suárez. También coincide Cebrían con Ussia en que el libro es muy gordo. (Él lo llama voluminoso )
Solo ha faltado el remate de cuatro páginas de Victoria Prego en El Mundo entrevistando al hijo  de Suárez que,  desmintiendo a Pilar Urbano, le hace  un gran favor a la autora y a las ventas del libro de Planeta.
El libro de la Urbano ha servido para enfrentar a los articulistas y a los directivos de la prensa, pero también para que éstos últimos amaguen por dónde van a ir sus lineas editoriales que están tan despintadas y confusas como las de un campo de fútbol regional, pero que van a quedar, según lo leído, marcadas por la defensa sin ambages de la institución de la monarquía y el orden establecido.
Todo eso ha conseguido el editor de Planeta, a lo mejor sin querer.
Yo ya no me compraré ese libro gordo y "mentiroso" de Pilar Urbano. Estaba a punto de hacerlo, pero Ussia, Cebrián, Casimiro, el hijo de Súarez y Lara, entre otros, me han convencido de que no encontraré las respuestas a las incógnitas del 23 F.
De momento me quedo con el "falso" documental de  Jordi Évole que me sigue pareciendo  más creíble, fresco e interesante que lo que llevo leído estos días en la prensa.