Acabo de leer el libro “Buenas noches y
saludos cordiales” de Vicente Ferrer Molina sobre la interesante biografía del
periodista José María García (Editorial Córner), que recomiendo vivamente no
sólo por el interés del personaje, sino por cómo nos sitúa en un tiempo en el
que el control político y la
presión sobre los medios de comunicación
alcanzó en España sus más altas cotas de protagonismo.
Eran tiempos del presidente Aznar (año 1997)
cuando éste utilizó el brazo económico de la compañía Telefónica, liderada por
su amigo Juan Villalonga, para armar un
grupo mediático afín al Partido Popular adquiriendo Antena 3 a Antonio Asensio
(Grupo Zeta); dos años más tarde se hizo con la cadena de radio de la ONCE
(ONDACERO) y en el 2000 adquirió la productora ENDEMOL por una cifra
desorbitante. Telefónica ya controlaba Vía
Digital, la ruinosa televisión por satélite gubernamental. Ese conglomerado mediático que se llamó
Telefónica Media creció al amparo del “consejo asesor” de varios periodistas
que se agruparon en la AEPI (Asociación de Escritores y Periodistas
Independientes) que se caracterizaban por su antisocialismo, por su afinidad al
Partido Popular y sobretodo por su oposición al grupo PRISA. Entre estos
periodistas fundadores de la AEPI, a los que se les conocía por “el sindicato
del crimen”, estaban Pedro J. Ramírez , Luis María Anson, Jiménez Losantos o el
mismo José María García, que emprendió una cruzada contra el “imperio del
monopolio” como denominaba al grupo de prensa de Polanco, que se había hecho
con la Antena 3 Radio en la que realizaba antaño su famoso programa de deportes
“Supergarcía”.
El panorama que Cesar Alierta se encontró
cuando accedió a la presidencia de Telefónica en el año 2000, sucediendo a Juan
de Villalonga, era el de un grupo mediático ruinoso y en pérdidas
multimillonarias por el que se había pagado un coste brutal e inasumible, con el único fin de ejercer el
control político de la información por parte del gobierno del Partido Popular.
Villalonga dejó Telefónica con una indemnización multimillonaria (le ayudó a
negociarla Mauricio Casals, actual presidente del diario La Razón, que
intermedió con Aznar, el cual se había distanciado del presidente de Telefónica
por unas “stock options” que adquirió
éste, al parecer, utilizando información privilegiada).
El grupo mediático con César Alierta pasó a
llamarse ADMIRA y acabó vendiéndose al
Grupo Planeta (Antena 3 y Onda Cero) tres años después de la llegada de éste a
la presidencia de Telefónica. También se desprendió de la productora ENDEMOL en
favor de Mediaset y fusionó la llamada plataforma gubernamental Vía Digital con
la de Canal plus de grupo PRISA en SOGECABLE.
Alierta se quitaba de encima un problema
económico que lastraba sus cuentas y dificultaba el modelo de expansión de
Telefónica que tenía en la cabeza. Perdía contenidos, pero ganaba en
tranquilidad. Algunos de los que estuvieron en esa época con él dicen que la
exposición e incomodidad que le generaba la presión a la que estaba sometido
por los intereses políticos en sus medios de comunicación también fue un
detonante para desprenderse de él.
Este aragonés discreto, práctico e
inteligente, como le califican sus colaboradores, sabía, sin embargo, que
necesitaba de los contenidos para su expansión digital. Había plegado las velas
del buque mediático de Villalonga-Aznar que iba a la deriva y al naufragio,
pero buscó la oportunidad para hacerse con SOGECABLE en el momento en que grupo PRISA, tocado por el endeudamiento,
tenía necesidad de desprenderse de su televisión de pago. Hoy en día Movistar Plus es la plataforma
sobre la que se basa buena parte de su desarrollo tecnológico digital que
engarza con la telefonía móvil, la red de internet y todo un vasto campo de servicios y
entretenimiento. La Telefónica de
Alierta ha tenido que librar varias batallas para hacerse de nuevo con un medio
de comunicación en España, entre ellas la de Mediapro y los derechos
televisivos del futbol. Tengo la sensación de que ahora lo ha hecho con
criterios económicos de rentabilidad a pesar de las cantidades multimillonarias
que se barajan.
La marcha de Alierta de Telefónica no
debería alterar este planteamiento. Las empresas de comunicación deben ser
rentables para ser independientes, pero si no son independientes difícilmente
tendrán futuro.
Telefónica es uno de los grupos que más
publicidad invierte en los medios de comunicación, eso ha llevado a algunos a
pensar que por ello puede tener a la prensa comprada. Es cierto que hay mucha
debilidad en los medios de comunicación y que algunos pueden esconder una
noticia envuelta entre las páginas y banners de publicidad para no ser
castigados por el gigante de las telecomunicaciones o las empresas del IBEX 35.
Los que lo hagan perderán mucho más a medio plazo que esas inserciones de
anuncios de hoy. Hasta a la propia Telefónica le pasó en su tiempo.