miércoles, 30 de marzo de 2016

LOS VAIVENES DE ALIERTA CON LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN DE TELEFÓNICA

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   Acabo de leer el libro “Buenas noches y saludos cordiales” de Vicente Ferrer Molina sobre la interesante biografía del periodista José María García (Editorial Córner), que recomiendo vivamente no sólo por el interés del personaje, sino por cómo nos sitúa en un tiempo en el que el control político  y la presión  sobre los medios de comunicación alcanzó en España sus más altas cotas de protagonismo.
  Eran tiempos del presidente Aznar (año 1997) cuando éste utilizó el brazo económico de la compañía Telefónica, liderada por su amigo Juan Villalonga,  para armar un grupo mediático afín al Partido Popular adquiriendo Antena 3 a Antonio Asensio (Grupo Zeta); dos años más tarde se hizo con la cadena de radio de la ONCE (ONDACERO) y en el 2000 adquirió la productora ENDEMOL por una cifra desorbitante.   Telefónica ya controlaba Vía Digital, la ruinosa televisión por satélite gubernamental.  Ese conglomerado mediático que se llamó Telefónica Media creció al amparo del “consejo asesor” de varios periodistas que se agruparon en la AEPI (Asociación de Escritores y Periodistas Independientes) que se caracterizaban por su antisocialismo, por su afinidad al Partido Popular y sobretodo por su oposición al grupo PRISA. Entre estos periodistas fundadores de la AEPI, a los que se les conocía por “el sindicato del crimen”, estaban Pedro J. Ramírez , Luis María Anson, Jiménez Losantos o el mismo José María García, que emprendió una cruzada contra el “imperio del monopolio” como denominaba al grupo de prensa de Polanco, que se había hecho con la Antena 3 Radio en la que realizaba antaño su famoso programa de deportes “Supergarcía”.
    El panorama que Cesar Alierta se encontró cuando accedió a la presidencia de Telefónica en el año 2000, sucediendo a Juan de Villalonga, era el de un grupo mediático ruinoso y en pérdidas multimillonarias por el que se había pagado un coste brutal  e inasumible, con el único fin de ejercer el control político de la información por parte del gobierno del Partido Popular. Villalonga dejó Telefónica con una indemnización multimillonaria (le ayudó a negociarla Mauricio Casals, actual presidente del diario La Razón, que intermedió con Aznar, el cual se había distanciado del presidente de Telefónica por unas “stock options”  que adquirió éste, al parecer, utilizando información privilegiada).
  El grupo mediático con César Alierta pasó a llamarse ADMIRA  y acabó vendiéndose al Grupo Planeta (Antena 3 y Onda Cero) tres años después de la llegada de éste a la presidencia de Telefónica. También se desprendió de la productora ENDEMOL en favor de Mediaset y fusionó la llamada plataforma gubernamental Vía Digital con la de Canal plus de grupo PRISA en SOGECABLE.
  Alierta se quitaba de encima un problema económico que lastraba sus cuentas y dificultaba el modelo de expansión de Telefónica que tenía en la cabeza. Perdía contenidos, pero ganaba en tranquilidad. Algunos de los que estuvieron en esa época con él dicen que la exposición e incomodidad que le generaba la presión a la que estaba sometido por los intereses políticos en sus medios de comunicación también fue un detonante para desprenderse de él.
  Este aragonés discreto, práctico e inteligente, como le califican sus colaboradores, sabía, sin embargo, que necesitaba de los contenidos para su expansión digital. Había plegado las velas del buque mediático de Villalonga-Aznar que iba a la deriva y al naufragio, pero buscó la oportunidad para hacerse con SOGECABLE en el momento en que  grupo PRISA, tocado por el endeudamiento, tenía necesidad de desprenderse de su televisión de pago.  Hoy en día Movistar Plus es la plataforma sobre la que se basa buena parte de su desarrollo tecnológico digital que engarza con la telefonía móvil, la red de internet y todo un  vasto campo de servicios y entretenimiento.  La Telefónica de Alierta ha tenido que librar varias batallas para hacerse de nuevo con un medio de comunicación en España, entre ellas la de Mediapro y los derechos televisivos del futbol. Tengo la sensación de que ahora lo ha hecho con criterios económicos de rentabilidad a pesar de las cantidades multimillonarias que se barajan.
   La marcha de Alierta de Telefónica no debería alterar este planteamiento. Las empresas de comunicación deben ser rentables para ser independientes, pero si no son independientes difícilmente tendrán futuro.
   Telefónica es uno de los grupos que más publicidad invierte en los medios de comunicación, eso ha llevado a algunos a pensar que por ello puede tener a la prensa comprada. Es cierto que hay mucha debilidad en los medios de comunicación y que algunos pueden esconder una noticia envuelta entre las páginas y banners de publicidad para no ser castigados por el gigante de las telecomunicaciones o las empresas del IBEX 35. Los que lo hagan perderán mucho más a medio plazo que esas inserciones de anuncios de hoy. Hasta a la propia Telefónica le pasó en su tiempo.
  


lunes, 14 de marzo de 2016

entre medios: ABC CRITICA A EL PAÍS POR MORIRSE ANTES DE TIEMPO

entre medios: ABC CRITICA A EL PAÍS POR MORIRSE ANTES DE TIEMPO: El consejero delegado de Vocento, Luis Enriquez, editor del periódico ABC, escribía un artículo en su diario titulado  "la otra transic...

ABC CRITICA A EL PAÍS POR MORIRSE ANTES DE TIEMPO

El consejero delegado de Vocento, Luis Enriquez, editor del periódico ABC, escribía un artículo en su diario titulado "la otra transición" en el que criticaba abiertamente, sin citarlo, a Antonio Caño director de El PAÍS por "anticipar el diagnóstico terminal de su negocio tradicional" y acusaba al sector de los periódicos de sufrir un trastorno de personalidad que les conduce a la automutilación.
Es cierto que Caño dijo que daba por hecho que la compra del periódico en el kiosco se reducía a una  minoría y que el trasvase al digital era constante. "Publicaremos el diario impreso mientras sea posible", manifestó el director en una carta abierta a la redacción, pero entre tanto los planes de PRISA pasarán por priorizar la edición digital sobre la de papel y para ello no solo se efectuarán cambios organizativos sino que invertirán con decisión en la tecnología necesaria para acometer la otra transición de la que habla Enriquez.
El directivo de ABC  se resiste a ver el final de su diario impreso pese a los descensos de ventas y publicidad que viene sufriendo año tras año, como el resto de periódicos; también a pesar del envejecimiento de sus lectores que dejan de acudir a los puntos de venta.
La defensa a ultranza de las ediciones impresas de los periódicos no debe ser objeto de ofuscación por parte de los editores  y no valen las comparaciones que hace Enriquez con otros sectores que consiguieron la transformación de su negocio sin perder el tradicional. No es comparable con el de la banca on line o con el de la telefonía que ofrecen otros servicios agregados sin renunciar a  las oficinas físicas de la red bancaria o a las llamadas telefónicas de siempre.  Ni siquiera se puede comparar, como lo hace el consejero delegado de Vocento, con el de las televisiones que se adaptan a los contenidos a la carta bajo demanda sin renunciar a la programación generalista.
Podía Enriquez haber escogido el ejemplo de la empresa Kodak que a pesar de ser la primera que descubrió la fotografía digital decidió no desarrollar ese negocio para no hacerse la competencia con su negocio tradicional de los carretes fotográficos de revelado en papel. Kodak quebró y hoy es un negocio mucho menor en el sector de la impresión.
Uno de los problemas de los periódicos tradicionales es que fueron muy proteccionistas ante la llegada de Internet. Querían conservar a toda costa a "sus lectores" y a "sus anunciantes" sin exponerse a las nuevas tecnologías a las  que consideraban de alto riesgo para su negocio. No se dieron cuenta de que otros  advenedizos supieron interpretar a sus clientes y les dieron aquello que demandaban en cada momento. Los periódicos no se han caracterizado por querer conocer los gustos de sus  lectores, a  los que las nuevas empresas como Google llamaron usuarios. Así se fueron perdiendo los anuncios clasificadosy la publicidad convencional en favor de las empresas tecnológicas. Los amigos ya no se hacían entre los suscriptores de los periódicos sino en Facebook y las cartas al director no servían de gran altavoz teniendo la opción de crear una cuenta en Twitter.
Los periódicos impresos han ido muy por detrás de los lectores y de sus preferencias. Hace tiempo que tiraron la toalla y no lo quieren reconocer. Los editores que no quieran darse cuenta de ello pueden seguir peleando infructuosamente en un combate que tienen perdido.
Pero a estas alturas no vale solo el reconocimiento de que a partir de ahora todo va  a cambiar, incluso la distribución de las mesas de la redacción, porque muchas empresas periodísticas llegan a "la otra transición" exhaustas, con las redacciones mermadas y con excesivas deudas financieras, pero sobre todo con más compromisos con el poder que con sus lectores, y eso no lo arregla ni siquiera la tecnología más avanzada.