sábado, 21 de marzo de 2015

JUAN LUIS CEBRÍAN ES NECESARIO.

  Si no existiera Juan Luis Cebrián  habría que inventarlo y pagarle bien. Es lo que  suelo decirles a aquellos que se lamentan de que el presidente ejecutivo de GRUPO PRISA  siga acumulando pingües retribuciones económicas mientras que  los trabajadores de EL PAÍS y de la SER son despedidos y ven recortados sus salarios.
 Que PRISA haya llegado a una situación insostenible por su endedudamiento  tiene mucho que ver con las decisiones de expansión desmedida  que se adoptaron en su momento y en las que Cebrían tuvo su responsabilidad:  la OPA a Telefónica por el 100% de Sogecable, la adquisición de Media Capital en Portugal o la puesta en marcha de Cuatro TV, son algunos ejemplos de inversiones que no podían asumirse aunque no se hubiera producido la tremenda crisis publicitaria y de ventas que  ha asolado a las empresas periodísticas desde 2008.
Durante los últimos años, y tras la muerte de Jesús de Polanco en 2007,  Cebrián ha tenido que compaginar  su tarea como editor con la de financiero para encontrar aliados que apalanquen la débil situación financiera  de su grupo de comunicación.
Hoy el presidente de PRISA tiene que manejar a accionistas que son banqueros, como La Caixa, el Banco de Santander o el HSBC; a fondos buitre americanos, a inversores mexicanos e incluso  a un sultán catarí que acaba de adquirir en torno al 7% de la compañía. Los inversores de referencia, la familia Polanco, apenas controla el 19% del capital.
Gobernar intereses  tan dispares y "complejos" como los de los actuales propietarios de PRISA requiere de una capacidad de maniobra increíble  y muy especial, sobre todo en una compañía que se dedica a crear contenidos periodísticos  sensibles y el mayor dividendo que pueden esperar los accionistas es el que proviene del poder de la información.
Resultaría muy difícil sustituir al presidente de PRISA por alguno de los miembros de su consejo o por un representante de los bancos o del sultán, sin que el equilibrio  inestable que proporciona Cebrián acabara por subvertir al grupo.
Hemos aprendido de la crisis que el sector financiero y las grandes fortunas han acabado por mejorar su posición, ya sea por rescates encubiertos, fusiones a coste cero o especulaciones financieras. Que PRISA se ponga bajo ese paraguas tranquiliza incluso a aquellos que ven su balance fatalmente desequilibrado. Que Juan Luis Cebrián esté al frente de la  compleja maniobra financiera da ciertas garantías de continuidad.  ¿Hasta cuándo?
 


viernes, 6 de marzo de 2015

¿EN 10 AÑOS NO HABRÁ PRENSA ESCRITA EN PAPEL?

La prensa nacional escrita e impresa en papel  volvió a perder mucho dinero en 2014. Los grandes grupos periodísticos tienen casi el 80% de sus lectores en sus marcas digitales, aunque solo el 20% de sus ingresos de publicidad. Por el contrario el 80% de la publicidad va a sus periódicos impresos con tan solo el 20% de la audiencia.
Los anunciantes cambian el chip de sus inversiones publicitarias tan lentamente como lo hacen los editores en su negocio: ¿Cuestión de hábitos?
Los periódicos impresos no se atreven a apostar exclusivamente por lo digital porque creen que el negocio (mal negocio como se ha visto por los resultados) todavía está en el pasado, lo mismo que algunos grandes anunciantes que, una vez han puesto el 70% de su inversión en la televisión creen que deben fijar su campaña en los diarios impresos antes que en sus páginas webs.
Es cuestión de tiempo, de muy poco tiempo, que esto cambie. Pero sobre todo  el cambio lo va a acelerar el continuo,  rápido y progresivo abandono de la lectura de los medios impresos. Los jóvenes hace tiempo que lo hicieron y los lectores habituales de los diarios en papel tienen una media de edad cada vez más alta. Ya no es cuestión de que los periódicos cambien sus contenidos, porque éstos los pueden dar  igual o mejor en Internet. ¿Cuando llegará el momento de la disrupción? : Ese momento en que muy pocos acudan al Kiosco de la calle y  se conecten solo a la red. Calculo que en España, por la progresiva caída de ventas, podríamos situarla a diez años vista. Mucho antes, si las empresas periodísticas fueran empresas convencionales, que cuando están en quiebra técnica acaban cerrando. Pero en nuestro país detrás de algunas de ellas están otros intereses que no son estrictamente económicos.
De hecho es difícil saber que réditos buscan los accionistas de algunos grupos periodísticos. Está claro que a medio plazo no son los de la rentabilidad de un negocio decadente cimentado en el papel. Algunos de los accionistas financieros que se han visto "obligados" a entrar en las empresas periodísticas nacionales,como forma de capitalizar sus créditos, son conscientes de que su inversión se irá  más pronto que tarde al garete. Entretanto la única manera que los gestores de los diarios han encontrado  para subsistir es la de reducir gastos a costa de la calidad del producto periodístico.
La mayoría de regulaciones de empleo se han hecho basadas en lo económico más que en lo profesional. Buenos periodistas han quedado en la calle, porque tenían salarios y antigüedades altas. No importaba que tuvieran una buena agenda y un buen curriculum de informaciones y exclusivas.
El resultado lo nota el lector en intangibles como la credibilidad e independencia de las informaciones.
En las empresas periodísticas la falta transparencia de los accionistas que están detrás  es directamente proporcional  a la veracidad de la información que emana de sus medios de comunicación, y la independencia informativa solo es asumible con rentabilidad económica, sin deudas a terceros que obliguen a callar o a modular las informaciones.
La debilidad de nuestros periódicos impresos es preocupante de cara al futuro de la información, porque para subsistir a los próximos diez años de vida que les pueda quedar habrán de incorporar accionistas que nada tienen que ver con los intereses editoriales o recoger subvenciones interesadas o ambas cosas.
Un día, no muy lejano, ni esos accionistas ni esas subvenciones llegarán, tampoco lo hará la inversión de los anunciantes, porque habrán descubierto que ya no tienen influencia simplemente porque ya no tienen lectores. Ojalá estén en Internet, pero para eso se tendrán que haber desembarazado de sus compromisos y tenerlos solo con el lector.