Hace unos días se reunió la junta directiva
de AEDE (Asociación de Editores de Diarios Españoles) para elegir nuevo
presidente e iniciar una reforma de los estatutos que de cabida a todos los
medios informativos, incluidos los nativos digitales.
Javier Moll, editor de Prensa
Ibérica, sustituyó a
José Luis Sainz, consejero delegado de Grupo Prisa y la primera medida
“visual” que adoptó la nueva junta
directiva fue la de cambiarle el nombre al gremio de editores por AMI
(Asociación de Medios de Información) y
poner la página web de la antigua AEDE en reconstrucción.
Pero, a pesar del discurso integrador del
nuevo presidente, que resaltó el papel imprescindible de los periodistas en las
empresas editoras y la necesidad de crear espacios de diálogo entre éstos y los
editores para encontrar el modelo de futuro, esta refundación tiene pinta de
haberse iniciado muy anclada en el pasado.
Basta ver que en la nueva comisión ejecutiva
de cuatro miembros, que tiene que impulsar este cambio y que serán los
escuderos del nuevo presidente, están Juan Luis Cebrián de Prisa y el
constructor Antonio Miguel Méndez Pozo de Promecal, que fue condenado por prevaricación .
El
ensalzamiento, que hizo en su discurso Javier Moll, de la verdad sobre la
falsedad, el de la credibilidad, la calidad y la pluralidad informativa, en suma del buen
periodismo, queda tocado de inicio por la actuación de algunos editores que
seguirán en la junta directiva y que en los últimos años están recortando las
redacciones y los medios necesarios para desarrollar la labor periodística.
Los lectores de estos medios los están
abandonando, entre otras causas, también porque se han puesto en tela de juicio
los principios que defiende en su discurso Javier Moll.
Los editores
tenemos muchos problemas: la fiscalidad
de las ediciones digitales frente a las del papel, el reparto
discriminatorio de la publicidad de los órganos de los diferentes gobiernos,
centrales y autonómicos, la derivación de una gran parte de la publicidad hacia
las redes sociales, los cortafuegos comerciales, la relación con Google, exigiendo la AEDE la aplicación de
una tasa al tiempo que hacen negocios con el buscador, son solo unos ejemplos.
Pero en cada uno de ellos aseguro que hay una visión diferente, sobre todo
entre los antiguos editores y los nativos de las ediciones digitales.
La AEDE,
ahora AMI, no ha conseguido tener la capacidad de resolverlos, no solo porque
los gobiernos no le han puesto interés, sino porque los editores han estado
divididos frente a sus problemas, cada uno buscando su mejor posición para
arrimarse al poder que más le convenía, y se ha marginado a los pequeños
editores en favor de una endiablada fórmula que da más votos en la asociación a
quienes más tamaño tienen.
El nuevo
presidente tendrá que resolver todos estos asuntos para dar cabida a todos los
medios informativos. El cambio de estatutos es un mero tema formal, si bien las
formas con las que se ha iniciado el proceso de refundación hace pensar a muchos
nativos digitales que de entrada No.