Morir no es tan fácil es el título de la novela de Belinda Bauer que
acabo de leer y que me ha parecido magnífica.
Suelo leer novelas
cuando me aburre el panorama de la vida real. Ahora es un buen momento, cuando la mayoría de
noticias se centran en la tediosa campaña electoral, aunque ésta que vivimos
sea menos aburrida, que no interesante, por la sarta de puñaladas que asesta la
vieja política a los advenedizos que intentan emerger. No hay que permitir que
la voz del pueblo sea modulada por los llamados populistas, es mejor que siga
en manos de los “Populares”.
Los medios de
comunicación de “la casta” se conjuran
contra “los de abajo” y éstos, con medios audiovisuales prestados, aprovechan
los minutos para sacarles sus vergüenzas y corruptelas. Todo por ganarse la
audiencia tertuliana que se ha convertido en un infoshow. A lo mejor eso da votos. Es la nueva fórmula de la
política.
Por ello mejor una novela que me evada de tanto “reality tertuliano insustancial”.
Sin embargo uno no
suele acertar en todas sus lecturas por eso cuando me encuentro con una novela de las
características de Morir no es tan fácil siento colmada mi necesidad de evasión.
Un joven que
estudia para forense y que tiene Asperger , de entrada, puede tirar para atrás, pero si resulta que su
falta de empatía y sus sentimientos planos, junto con su aséptica percepción de
la realidad le llevan a descubrir un asesinato en un cadáver donado a la
ciencia, te empieza a atrapar hasta que las neuronas se adormecen por el sueño.
¿Cómo consigue
Belinda Bauer no dar asco y nauseas cuando sus personajes autopsian los
cadáveres para estudiarlos? Claro que a mi me produce más repugnancia el
diagnóstico que resulta de hurgar en las tripas de la corrupción a pesar de que
empezamos a estar acostumbrados a su mal olor.
Un forense me dijo
una vez que la muerte es mágica porque nadie sabe cuándo va a morir, salvo los
suicidas. Debe ser igual de parecido en la política: Muchas veces no se gana
sino que el adversario se hace el haraquiri a base de pudrirse voluntariamente
en la ciénaga de las tropelías. Es una forma de quitarse la vida política en
una fecha concreta: las elecciones.
Cuando el protagonista de Morir
no es tan fácil, Patrick Ford,
de 18 años, busca entre las vísceras, con su Asperger a cuestas, encuentro que
Belinda Bauer refleja en él lo que debería ser la labor de un periodista:
aséptico, pulcro, metódico y sobre todo inquisitivo y tenaz. Nada de esas
características le llevan a ser un tipo fuera de lo común, salvo en lo de su
persistencia y perspicacia por descubrir lo oculto.
Me doy cuenta de que
no he contado que la novela es un diez de bien escrita que está, y que se puede leer sin necesidad de hacer
comparaciones odiosas como las que yo he hecho. Vale para evadirse y para pasar un
buen rato también, pero sería injusto no darle el valor que tiene la búsqueda
de la verdad entre tanta podredumbre, entre tanto cadáver.
Será por qué
Belinda Bauer, la autora, es también periodista.
Os la recomiendo vivamente, aunque la trama se mueva entre muertos.
1 comentario:
Pues el título es magnífico. Y los políticos "emergentes" lo estarán comprobando en las carnes de "los de siempre".
La leeré. Ya sabes que en este país en el que uno reside hacen falta sugerencias para no morir de soledad.
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