martes, 8 de enero de 2013

CERRANDO VENTANAS DE LA CULTURA

El cierre de la histórica y emblemática Librería Catalonia y el goteo sistemático con el que van desapareciendo quioscos y librerías en todo el país, no deja de ser preocupante. Lo es, también, que los teatros sufran dificultades que se han acrecentado por la subida del IVA de las entradas que, según hemos sabido por Daniel Martinez, el empresario de FOCUS,  ha hecho mermar en un 25% el número de espectadores en los últimos meses.
Las ventanas de la cultura se van cerrando, por lo menos las físicas. No hay forma de sostener determinados modelos de librerías que han visto descender sus compradores en un 20% el año pasado. No hay modo, tampoco, de mantener los quioscos abiertos con una caída anual sostenida del 10% de las ventas de diarios.
Sin embargo, las estadísticas muestran que cada vez se lee más en nuestro país. Se leen más diarios y se leen más libros, aunque sea sin comprarlos. Y hasta se ve más cine aunque no sea yendo al cine.
Está claro que en eso tienen que ver las nuevas tecnologías que nos dan un acceso fácil y hasta más barato a la lectura en particular y al ocio y a la cultura en general.
Pero también habría que reflexionar sobre el daño que está haciendo la crisis económica a esas ventanas físicas de la cultura más allá de las causas tecnológicas.
Cada vez hay más gente que comparte un libro o un diario, más gente que usa las bibliotecas públicas y que se intercambia un ejemplar físico o un archivo digital de una película.
El modelo físico en la cadena final parece que tiende a seguir menguando y hace que decrezcan las tiradas de libros , diarios y revistas. Es un bucle imparable que solo pueden aguantar aquellos que tiene la dimensión óptima y saben gestionar ante la crisis.
Debe ser así, porque junto a los cierres (mayoritarios) también hay aperturas excepcionales que parecen consolidarse, no sin dificultades .(cadenas como La Casa del Libro o La Central).
A veces las anécdotas son el espejo de la realidad cotidiana. Un par de ellas:
En algunos clubes de lectura, que tienen por finalidad comentar un libro con el autor, se alargan los plazos de lectura y discusión para que de tiempo a que un lector le pase el libro a otro una vez lo ha leído.
Paseando por Las Ramblas barcelonesas noté que los quioscos ya no tienen toldos con la publicidad de los periódicos. Es más el espacio para los diarios se lo han comido, en buena parte, los souvenirs y bagatelas para los turistas. Hoy esos quioscos, antaño verdaderas máquinas de facturar y abiertos a todas horas, exhiben un plafón digital gigante, en su marquesina y en la parte posterior, anunciando diferentes productos. Cuando yo paseaba el luminoso digital mostraba imágenes de Google y Facebook.
A mi, personalmente, ya me interesan menos esas nuevas ventanas de la cultura que dan al transitado paseo de Barcelona, pero es  lo que hay.
                                                       

                


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