lunes, 12 de marzo de 2012

TIENES QUE CONTARLO



Hoy escribo sobre mi novela, Tienes que contarlo, que ya está en las librerías.
Algún periodista me ha hecho la reflexión sobre por qué no he escrito un ensayo de periodismo, publicidad y redes sociales, que es el ámbito en el que me muevo profesionalmente, en vez de atreverme con una novela policíaca, un thriller ligero, y correr el riesgo de ser pasto de los críticos literarios. Un amigo me decía que en este país te consideran un intruso si traspasas los límites de tu encasillamiento profesional y no se perdona con facilidad a los advenedizos.
He decidido correr ese riesgo con el solo fin de llegar a alguna persona más que a los profesionales de la comunicación, que dicho sea de paso, las están pasando canutas en los momentos en que vivimos.
Sin embargo, tengo la sensación, aquello tan manido, de que la realidad está superando a mi ficción. A las pocas semanas de haber escrito en la novela que aparecía asesinado en su casa mi periodista de El Universal, encontraban muerto en su piso de Londres al de The News que había destapado los casos de soborno del imperio de Murdoch.
El grupo de comunicación Universal, en mi novela, padece una crisis tal que los periodistas están con el agua al cuello, tras sucesivos ERE y recortes de condiciones laborales y su editor, que ya había tirado la toalla de antemano, le acabará dando la puntilla con formas, digamos, poco ortodoxas. En la realidad mientras contaba esto, cerraban ADN y Público y la publicidad en los medios se hundía.
Una publicidad, esta de nuestra época, que iba a cambiar nuestra vida. Nosotros éramos el producto a vender al utilizar los contenidos y las redes sociales de manera gratuita. Nadie nos regala nada, pero nosotros sí estamos dispuestos a airear gratuitamente nuestras opiniones, fotografías y pensamientos a través de las redes sociales. Estamos dispuestos a ofrecer nuestra privacidad, pero ¿a cambio de qué?
Y entonces se iban sucediendo las noticias en el mundo real: GOOGLE había roto la barrera de navegación de FACEBOOK para conocer nuestros hábitos y costumbres; la información vertida era imborrable; en la nube, alguien estaba cruzando algoritmos con nuestras fuentes abiertas para predecir el futuro con la excusa de controlar actos terroristas o simplemente de protesta. Todo estaba bajo control de los servicios de inteligencia y de las marcas publicitarias.
Tenía que contarlo y preferí que lo hiciera una periodista de raza, una joven de la sección de sucesos de El Universal y un policía de la Brigada de Investigación criminal que acabarían por intercambiar a veces sus papeles.
Si no lo hubiera contado una buena periodista, si no lo hubiese investigado hasta el final, a mí no me hubiesen creído aunque hubiese hecho un sesudo tratado sobre periodismo y redes sociales. Uno más.

 http://rocaeditorial.com/catalogo/Tienes%20que%20contarlo%20%28ebook%29-1226-imprimir.htm

2 comentarios:

carlos bravo dijo...

me apetece!!!
un abrazo

Mónica-serendipia dijo...

¡Felicidades por su primera novela! Acabo de leerla y me ha gustado especialmente, pese a la tristeza de la pérdida, por evocar el fin de una era periodística que brillaba con luz propia. Me ha parecido todo un acierto que no se quedase en la anécdota de una intriga policíaca más gracias a todo el entorno periodístico y de actualidad de redes sociales.
Si le apetece ver la reseña que le he dedicado, le paso el link de mi blog personal (espero que le guste): http://serendipia-monica.blogspot.com/2012/04/tienes-que-contarlo-de-jose-sanclemente.html
Un saludo y muchas felicidades por su opera prima, ¡todo un hallazgo!