Últimamente voy acumulando llamadas de mis ex. Son excompañeros
y excompañeras del sector de las
empresas informativas que están perdiendo su trabajo en las radios,
televisiones y periódicos de nuestro país.
Cuando me llaman, la mayoría lo hacen para decirme que son
conscientes de que no encontrarán trabajo en otros medios de comunicación, e
incluso que están pensando en abandonar el sector. Otros, más radicales,
piensan en abandonar el país: formarse fuera, aprender idiomas o, simplemente,
buscarse la vida en otras fronteras.
Empiezo a acumular curriculums de personas con las que he
trabajado en uno u otro momento y que desconocía con detalle su alta formación
, sus inquietudes y hasta sus hobbies.
Tengo, con ello, una sensación de reencuentro en la que se produce una
intimidad que no había conseguido con ellos cuando estaban a mi lado, en los
medios de comunicación que compartimos laboralmente.
Empiezo a reunir suficiente personal para montar un par
de diarios y me temo que en breve hasta tres. Pero sobre todo tengo la convicción
de que ellos no son los responsables de que sus medios estén cerrando o pasen
serias dificultades económicas y , sin embargo, son los que están pagando la
crisis de la empresa periodística.
Por detrás vienen nuevas hornadas de periodistas, sobre
todo, audiovisuales que ya saben que les espera un sinfín de puertas cerradas
o, en el mejor caso, de trabajos mal pagados.
Algunos me
llaman para consultarme cómo veo un proyecto que quieren emprender en la red
porque ésta no tiene barreras de entrada, pero si mucha competencia.
Los viejos periodistas ya no volverán. Recibieron en el
mejor de los casos una indemnización razonable, que hoy ya no sería posible alcanzar, y orientan su vida de forma
pausada y hacia otros horizontes. Los jóvenes, que están abandonando
forzosamente los medios, andan despistados y lanzando curriculums con poca
esperanza.
Se que esto es común a muchas profesiones. Los parados de
los medios de comunicación son una ínfima parte de los cinco millones largos de
nuestro país. Pero puedo asegurar que el goteo no ha acabado, porque no se ha
tocado fondo en este sector y, sobre todo, porque a nadie se le ocurrirá crear
nuevos medios en este contexto. Mucho antes volveremos a ver la actividad de
las grúas levantando de nuevo edificios y eso, parece, que también tardará
tiempo.
Mis ex no solo están pagando la crisis general sino la de
unos medios que no han podido aguantar ante las nuevas tecnologías, la
gratuidad de la información y la falta de apoyo de los consumidores y
anunciantes. No lo tienen fácil.
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