Señoras
y señores esto que nos pasa no pinta bien. Bueno, vaya novedad lo que digo: Ya
lo sabíamos. Al parecer todavía nos queda un trecho importante para tocar fondo
y no se si nos lo van a perdonar , nos lo vamos a perdonar.
Ahora
seremos más pobres cuando nos despidan de las empresas con veinte o treinta
tres días por año entregado a la causa de la productividad. Ya nos jubilábamos
con un par de años más de cotización y tendremos que pagar más impuestos para obtener a cambio
menos prestaciones sociales. Los políticos nos han puesto en nuestro sitio. Hemos de sacrificarnos para no se
sabe muy bien qué a largo plazo, porque a corto pintan bastos.
Hablando
el otro día con Petros Markaris, un amigo griego novelista de éxito en el género
que más nos pega hoy en día (la novela negra), me dijo que en sus sesenta y
tantos años de vida no había visto algo así en su Heleno país y que no le alcanza a ver solución ni
matando (en sus novelas) a banqueros y directores de agencias de calificación.
Estamos perdidos.
Cuando
eso pasa, es mejor mirar hacia fuera: ver que dicen de nosotros los demás puede
ser un ejercicio de humildad y de reencuentro que nos permita objetivar
nuestros problemas, sobre todo cuando hacia dentro todo es pesimismo y mala leche.
Y
yo, que soy un seguidor de los medios de comunicación, me miro en el espejo
editorial del New York Times que emplea para nosotros una palabra tan olvidada
como sangrante: El franquismo; y lo hace para sacarnos los colores por la
sentencia en contra de Garzón y cuestionar la independencia de la justicia en
España.
Ellos
lo pueden hacer, los del Times neoyorquino, nosotros no tanto. La portavoz del
CGPJ nos ha dicho, muy cabreada, que ni se nos ocurra cuestionar la
honorabilidad y sensatez de los juzgadores del Supremo español que, dicho sea
de paso, han fallado por unanimidad contra un juez al que sí le podemos
criticar y, ahora, casi hasta vilipendiar porque le han puesto la etiqueta de
prevaricador que no se le va a despegar hasta dentro de 11 años, más o menos el
tiempo en que habremos sufrido media docena de reformas laborales y sabios
recortes .
¿Hacia
dónde creen que vamos los que nos ven desde afuera? Porque los de aquí dentro
ya nos han dicho que hacia peor a corto y no se sabe a medio y , claro está, que
a largo dios dirá.
Pues
los de afuera hoy nos ven más cerca del país griego de
Petros Markaris y más alejados del alemán de la Merkel. Esto no nos ayuda a
insuflar el ánimo que requerimos para cuando las empresas si recursos y sin
alma nos despidan y los bancos , sin alma y con nuestros recursos sigan sin
darnos crédito.
Hasta
los franceses de Canal Plus nos quieren quitar méritos deportivos con sus
guiñoles de nuestros Nadales, Gasoles y Casillas con sus triunfos dopados para
hundirnos y descorazonarnos como a los intervenidos y acosados griegos. Y es
que a perro flaco todo son pulgas.
Ante
ello la mejor táctica no es la de la resistencia. Es mejor entregarse de una
vez por todas en manos del contubernio extranjero que dirían los franquistas,
vamos lo que ahora somos según el diario de Manhattan.
Mi
propuesta es que hagamos caso a los de dentro: No discutamos las sentencias en
que los presuntos corruptos salen absueltos ni las de los que impartiendo
justicia han sido condenados. Devolvamos, mundiales, triunfos y medallas y
dejémonos derrotar como los griegos. No salgamos a la calle para protestar en
balde, ni mucho menos para perder
una jornada de trabajo, bien escaso y casi inexistente, por una huelga general.
Lleguemos rápido al fondo para que cuando estemos en el agujero seamos capaces
de ver en la oscuridad.
Y
sobre todo no hagamos caso de los de afuera que tienen toda la libertad para
criticar a nuestros sabios e infalibles jueces, gobernantes y hasta a los
deportistas. A lo mejor así vamos con humildad poniendo la mirada hacia
Alemania. ¿O quizá no nos conviene?
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