Las tesis mayoritaria del colectivo de periodistas, es que de ningún modo se puede llamar "hacer periodismo" a la pura exhibición en la red de centenares de miles de documentos aunque estos sean de indudable interés informativo para la mayoría de los ciudadanos.
Sólo, insisten, la elaboración, análisis, interpretación y contraste de las noticias por parte de profesionales de la información es periodismo.
Básicamente se puede estar de acuerdo con esta tesis, pero no hay que olvidar que también es periodismo abrir las fuentes informativas, desbloquear e iluminar el oscurantismo del poder político y económico e investigar los canales de acceso por dónde fluyen las noticias. Ese parece el empeño de Assange y su web.

En el caso de España, EL PAÍS ha destinado una treintena de periodistas a analizar y publicar los miles de documentos, a contrastar con los "afectados" su actuación frente a la diplomacia americana, a recoger opiniones sobre los hechos que describen los cables de las embajadas y a crear, para facilitar la extracción de la información, un buscador propio con palabras clave que permita identificar los cientos de nombres que están implicados.
El director de EL PAÍS contestaba ayer las preguntas de más de 45 internautas sobre este tema. Sus respuestas eran una verdadera declaración de independencia y libertad frente a las presiones que se puedan recibir por publicar temas clasificados como secretos y muy delicados. Tiene razón Javier Moreno, director de EL PAÍS; él no debe ponerse ninguna mordaza bajo el signo del patriotismo, la defensa de los intereses de un gobierno o de los políticos e instituciones en general. Nadie desmiente las tremendas informaciones que salen a la luz pública sobre el caso Couso o sobre la intervención del juez Garzón o las de la fiscalía general del Estado... Todas ellas son verdad y todas ellas deben y pueden ser matizadas por los implicados y retratados en los documentos confidenciales.
El periodismo no tiene sus límites en la información veraz, sólo en la calumnia que genera la mentira.
Por ello, por la reacción de los diarios como EL PAÍS todavía quedan esperanzas de volver a la buena información. Y en este caso,Wikileaks, ha sido el desfibrilador que le ha dado una sacudida a un periodismo que se quedaba sin pulsaciones. Lo está resucitando.
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